Apostando en monedas sociales
En noviembre de 1999 – en simultaneidad con el despertar de la multitudes inteligentes que irrumpirían en Seattle – investigadores, militantes y curiosos de 9 países participaron en Buenos Aires del encuentro en que se creó la Red Latinoamericana de Socioeconomía Solidaria (RedLASES). Todos venían a ver cómo funcionaban nuestros clubes de trueque, aquella “moneda social” que habíamos acuñado pretendiendo (ingenuamente?) cambiar el destino del movimiento de emprendedurismo desesperado, del desempleo de dos dígitos, a la radicalización de la democracia…
No lo logramos, es cierto. Estábamos equivocados en creer que el paradigma de escasez podría ser superado apenas por medio de la abundancia representada por las ferias de trueque utilizando monedas sociales. Confundimos lo que pensábamos y creíamos con lo que necesitábamos que creyera la gente. Nos olvidamos de esta verdad marxista de que, en una sociedad de clases, la ideología dominante es aquella de la clase dominante. Las personas querían plata para tener cosas, mejorar su padrón de vida –un deseo legitimo. Sin acceso a los grandes medios, invertimos en la academia como medio de difusión de nuestras ideas –jamás una buena apuesta para las nuevas ideas! Terminamos luchando por cuestiones menores, cuando lo mas importante hubiera sido mostrar que estábamos apostando en otro modelo de desarrollo, que no tenia nada de utópico si se comprendía la importancia de emitir y distribuir otra moneda.
Bajo la presión de tener que presentar un “sistema modelo”, fuimos lentos para absorber las lecciones que venían de otras experiencias. Fallamos en comunicar la dimensión sistémica de la crisis, y por tanto la necesidad de una solución sistémica. Fallamos en producir una articulación en tiempo real entre la moneda social, de un lado, y otras iniciativas como cooperativas autogestionadas, comercio justo y consumo ético, micro-crédito y presupuestos participativos, de otro.
Pero decir que nos equivocamos sería todavía más ingenuo. Recorrimos un tramo evolutivo muy importante, aprendimos muchas lecciones y hoy el híbrido micro-crédito/moneda social sigue haciendo historia en la vida cotidiana de muchísimos emprendedores agrupados en diferentes estructuras colectivas, de la mano de la política pública. No es poco, tampoco.
Nuestras apuestas estratégicas para el futuro están en demostrar que la economía solidaria sólo será el modelo de desarrollo que pretendemos si articulamos todo lo que está desarticulado: cooperativas de autogestión, comercio justo, consumo responsable, presupuesto participativo, finanzas solidarias y monedas sociales; y que la moneda social será un instrumento de radicalización de la democracia o no cambiará significativamente la forma de relacionarnos entre nosotros.
Para eso, tenemos que superar los obstáculos cognitivos que retrasana el proceso de transformación social que nuestro tiempo exige. Estos incluyen: la falta de comprensión de que hay abundancia de recursos disponibles – para todo quehacer – tan sólo inaccesibles por la escasez artificial en que vivimos; nuestra incompetencia resiliente en articularnos sinérgicamente en la diferencia, de aceptar al otro y su forma de hacer como legítima; nuestro concepto limitado de responsabilidad, para reconocer que somos siempre responsables de nuestra parte y del todo.
Heloisa Primavera es profesora de la Escuela de Economía de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Es fundadora de la la Red Latinoamericana de Socioeconomía Solidaria (www.redlases.org.ar) y de Colibri, un proyecto que ofrece entrenamiento para agentes de desarrollo endógeno. (www.proyectocolibri2008.wordpress.com).