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Foto: Nick Cobbing ©

¿En qué estábamos equivocados hace diez años, cuando nuestra acción directa masiva hizo que se clausurara la cumbre de la OMC en Seattle? Yo diría que fallamos al articular y compartir lecciones y que permitimos que nuestro movimiento de movimientos fuese estrechamente definido y contenido.

Luego de esas protestas muchos de nosotros pasamos a todo vapor a la nueva ronda de actividad organizativa. No nos tomamos el tiempo para analizar lo que había funcionado y lo que no y por qué. Y ahora una larga serie de acciones masivas actuales en los Estados Unidos carecen de las lecciones que cientos de organizadores podrían haberles aportado. Como escribe el investigador militante Paul de Armond en Black Flag Over Seattle (Bandera negra sobre Seattle) su análisis externo de la batalla de una semana entera de 1999, las fuerzas de seguridad, las autoridades gubernamentales y hasta la Unión Estadounidense para las Libertades Civiles (American Civil Liberties Union) han efectuado instructivos análisis de la Batalla de Seattle. Por contraste, ninguna de las organizaciones que participaron en la protesta ha elaborado un balance de las estrategias y tácticas allí utilizadas, por más que la Internet esté repleta de crónicas testimoniales.

Muchos movimientos y redes convergieron en Seattle y, al revolotear alrededor de la OMC mediante sus alianzas accidentales y ad hoc, abrieron un espacio. Pero hemos permitido que este espacio fuese estrechamente definido como el “movimiento anti-globalización” o “el movimiento por la justicia global”. El movimiento por la justicia global no existe. En el mejor de los casos la “justicia global” es un espacio común de convergencia –un marco en el que todo aquel que lucha contra el sistema de la globalización corporativa (o el capitalismo, el Imperio, el imperialismo, el neoliberalismo, etc.) y sus consecuencias en nuestras comunidades puede reconocer una lucha común y hacer que todos esos esfuerzos se acumulen. El concepto de un único “movimiento” concentrado en la “cuestión” de la globalización corporativa es utilizado tanto por los medios corporativos de comunicación como por los autores de izquierda, con frecuencia con el objeto de estrechar al movimiento de movimientos, marginalizar sus ideas o declararlo muerto.

Lo mismo sucede ahora con el movimiento de movimientos por la “justicia climática” –el actual espacio de convergencia contra el sistema. Podemos convertirlo en un espacio de convergencia para todos quienes luchamos contra el catastrófico sistema político y económico que produce el cambio climático (y que ofrece además falsas soluciones para el problema). O podemos dejar que sea definido estrechamente como un movimiento centrado en la “cuestión” del cambio climático.

En 1999 David Solnit intvervino en Seattle junto a la Direct Action Network (Red de Acción Directa). Actualmente participa en la Mobilisation for Climate Justice West (Movilización por el Cambio Climático – Oeste). Ha participado como editor en la publicación de Globalize Liberation (Globalizar la Liberación) y ha coescrito y coeditado (junto a Rebecca Solnit) The Battle of the Story of the Battle of Seattle (La batalla por la historia de la batalla de Seattle). Es miembro del Seatlle WTO People’s History Collective (Colectivo de Historia Popular sobre la Cumbre de la OMC en Seattle). www.realbattleinseattle.org

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